Slavic Soul nos propone un itinerario temporal que empieza con una reivindicación fervorosa del Budapest de 1899, continúa con una recalada en la Moravia de 1910 y concluye en San Petersburgo en 1934, uno de los múltiples itinerarios posibles capaces de hacer justicia a un legado musical -el del vasto mundo eslavo con sus culturas adyacentes- que desde nuestra perspectiva de europeos periféricos nos resulta particularmente atractivo y afín. Todo ello de la mano de dos jóvenes intérpretes, Fernando Arias y Noelia Rodiles, dotados de una madurez artística, creativa y personal que hasta los más recalcitrantes se sentirán obligados a reconocer.